Iba yo montado sobre
un macho cabrío.
El abuelo me hablò
y me dijo:
« Ese es tu camino ».
« ¡Es ese ! », gritó mi sombra,
disfrazada de mendico.
« ¡Es aquel de oro! », dijeron
mis vestidos.
Un gran cisne me guiñó,
dicendo: « ¡Vente conmigo ! »
Y una serpente mordía
Mi sayal de peregrino.
Mirando al cielo, pensaba:
«Yo no tengo camino.
Las rosas del fin serán
como las del principio.
En la niebla se converte
la carne y el rocío.
Mi caballo fantástico me lleva
Por un campo rojizo».
« ¡Déjame! », clamó, llorando,
mi corazón pensativo.
Yo lo abandoné en la tierra,
lleno de tristezza.
Vino
la noche llena de arrugas
Y de sombras.
Alumbran el camino,
los ojos luminosos y azulados
de mi macho cabrío.
Mayo de 1919 Federico Garcia Lorca
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